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jueves, julio 31, 2025
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De la justa medianía al Jet Set: la transformación que no fue

Nuevamente se vuelve a poner sobre la mesa la contradicción entre el discurso y la práctica dentro de la llamada Cuarta Transformación. Mientras desde el liderazgo de Morena se ha insistido en la austeridad republicana y la “justa medianía” como principios éticos fundamentales, cada vez son más frecuentes las imágenes y reportes de figuras cercanas al poder vacacionando o disfrutando de lujos en el extranjero.

Aunque Claudia Sheinbaum intentó matizar la situación al señalar que cada persona es libre de viajar, su llamado a comportarse “adecuadamente” reconoce implícitamente que este tipo de comportamientos afecta la coherencia del proyecto que representan.

No se trata solo de a dónde viajan o qué consumen, sino del mensaje que envían: ¿cómo se puede exigir sacrificio a la ciudadanía mientras las élites políticas —que surgieron bajo la bandera del cambio— replican patrones de privilegio que antes se criticaban duramente? En política, la congruencia entre lo que se dice y lo que se hace no es opcional, es la base de la credibilidad.

Además, el caso de Andy López Beltrán, hijo del expresidente Andrés Manuel López Obrador, cobra especial relevancia por su cercanía al núcleo más íntimo del poder. Aunque no es un miembro del gabinete, su influencia política y su participación activa en campañas y decisiones estratégicas lo convierten en una figura con responsabilidad pública. Esto hace que su comportamiento no pase desapercibido ni pueda desligarse del ideario que su propio, padre Andrés Manuel López Obrador, promovió durante años: el rechazo a los privilegios y la vida ostentosa de la llamada “clase política tradicional”.

La reiteración de este tipo de casos dentro de Morena mina la legitimidad de su narrativa moral y abre la puerta a cuestionamientos legítimos sobre si el proyecto de la 4T sigue representando los valores con los que se presentó ante el electorado. Para muchos ciudadanos que confiaron en una transformación profunda de la vida pública, ver a figuras cercanas al poder disfrutar de lujos que la mayoría no puede costear puede percibirse como una traición al espíritu original del movimiento.

Finalmente, la respuesta institucional a este tipo de episodios también es clave. Más allá de declaraciones tibias o llamados a “comportarse adecuadamente”, Morena necesita definir con claridad si sus principios de austeridad son una postura ética real o solo un recurso discursivo cuando conviene. La congruencia no se mide por las palabras, sino por los hechos y las decisiones que se toman frente a situaciones como esta. De lo contrario, el riesgo es que el discurso se desgaste hasta perder todo significado.

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