Con el espectáculo “Zarpar” este sábado 05 de julio a las 20:00 horas en el Teatro Ángela Peralta, la Escuela Profesional de Danza de Mazatlán despide con emoción y gratitud a la Generación XXIII, integrada por jóvenes provenientes de distintos ciudades de México y de otros países, quienes eligieron esta institución como el hogar donde forjar su lenguaje corporal, su sensibilidad creadora y su visión artística.
El éxito y la consolidación de esta escuela no serían posibles sin el respaldo del Instituto de Cultura de Mazatlán. Contar con una escuela profesional de danza de este nivel en Mazatlán es un gran acierto institucional, que ha posicionado a la ciudad como un semillero nacional e internacional de talento escénico y un punto de encuentro para las nuevas generaciones de artistas.
Isaura Torres, originaria de Aguascalientes, llegó a la EPDM atraída por el universo de la creación escénica. Hoy reconoce que la escuela ha sido un espacio fértil para nutrirse de experiencias, conexiones y herramientas que le permitirán desenvolverse en distintos campos del arte: desde la creación hasta la gestión de espacios de expresión.
Desde Torreón, Mariana Constantino ingresó a través del programa de residencias y culmina hoy su formación con una mirada generosa hacia el trabajo en equipo. La EPDM, dice, le enseñó a compartir la danza con otras personas igual de apasionadas. Su camino apunta a generar talleres y coreografías, integrándose a colectivos que abracen el diálogo y la experimentación.
Carolina Ponce, procedente de la Ciudad de México, resalta que su paso por la EPDM significó un crecimiento profundo tanto técnico como estético. Reconoce el respaldo de sus maestros y compañeros como un pilar fundamental en su evolución. Sus próximos proyectos la vinculan con una música egresada del Centro Municipal de Artes (CMA) y un maestro de la misma institución, en una colaboración interdisciplinaria que promete nuevas formas de creación.
Desde Los Mochis, María Fernanda Félix expresa que su formación en la EPDM le permitió desarrollarse como bailarina y como ser humano. Su vocación pedagógica la llevará a impartir clases privadas, abrir espacios de formación y formar parte activa de un colectivo artístico en su ciudad natal.
Iván Silva, del Estado de México, encontró en la EPDM la posibilidad de descubrir y reconciliar su yo artista con su yo creador. Su camino continuará de la mano del maestro Víctor Ruiz, con quien integrará un equipo de trabajo enfocado en la investigación y la creación escénica.
Frida Alfaro, originaria de Puebla, vivió un proceso desafiante en la EPDM. Adaptarse al entorno físico y emocional de la escuela no fue sencillo, pero fue precisamente esa exigencia la que la impulsó a crecer como bailarina y como persona. Frida se despide con gratitud y alegría, sabiendo que fue guiada en su trayecto. Desde la EPDM nace un proyecto que encabeza y que explora la coreografía y la expresión corporal, con la firme intención de llevarlo a diferentes escenarios de la República Mexicana.
Originario de Manta, Ecuador, Daniel Eduardo Delgado expresó lo grata que fue la experiencia en la escuela, etapa que disfrutó mucho a pesar de los desafíos. Mencionó que al graduarse iniciará un proyecto “Banca Vagabunda” al lado de compañeros de generación, el cual germinó en la EPDM y continuarán al salir en varias ciudades de México y del mundo.
Juan Carlos Pineda García, conocido como B-Boy Otis, es un artista sinaloense de la ciudad de Los Mochis, compartió que su formación en la EPDM en danza contemporánea y ballet le resultó enriquecedora gracias al alto nivel de los maestros. Al concluir su etapa como estudiante, emigrará a Querétaro para iniciar su vida profesional donde experimentará nuevas oportunidades como artista y estudiante.
Brandon Giovanni de Las Casas, alias Gran Cocos, indicó que su paso por la escuela le ha ayudado a crecer como bailarín y como persona, agradeció a sus maestros pues con el apoyo de sus docentes nació su proyecto denominado “Chile, Mole y Pozole”, el cual que reúne a bailarines en la calle para fomentar la libertad en el baile. Tiene interés en convertirse en docente, para compartir lo que ha aprendido con las nuevas generaciones.
Hace cuatro años la joven Sara Henao Hurtado llegó de Pereira, Colombia, al puerto, y a punto de graduarse reflexionó sobre su estancia en la EPDM, fueron “años llenos de amor y autoconocimiento”, su próxima participación será un proyecto el cual contará con el apoyo de Efiartes, junto a dos compañeros de generación.
De Tecate, Baja California, para el mundo, Naima Aurora Toledo Zavala, destacó la calidez, y alto nivel de la escuela de danza, donde obtuvo el apoyo de sus compañeros y maestros, de lo cual se deriva la obtención de becas en Efiartes para estar activa laboralmente en los próximos 12 meses.
Alejandro Bárcenas, originario del Estado de México, compartió que además de lo artístico en la EPDM obtuvo una visión más humanista, su experiencia fue grata y satisfactoria, y gracias al nivel académico de la institución y los talleres creó una plataforma para potencializar artistas y festivales en la República Mexicana.
Cada uno de estos egresados encarna el espíritu de la EPDM: la danza no sólo como una técnica, sino como un modo de entender el mundo, de relacionarse con los otros y de construir comunidad.
El legado de la Generación XXIII no termina con su egreso. Por el contrario, se expande con cada paso que dan, cada taller que imparten, cada escenario que pisan. Porque una escuela como la EPDM no forma solo bailarines: forma agentes de cambio que llevan consigo la semilla de la transformación artística y humana.
Boletos para asistir a la función $200.00 disponibles en la taquilla del Teatro Ángela Peralta.