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Democratizar la justicia es la dimensión suprema de una política ética y humana: Feliciano Castro Meléndrez

“La democratización de la justicia supone tener como concepto la dimensión suprema de la política con sentido ético: el humanismo”, expresó el diputado Feliciano Castro Meléndrez, Presidente de la Junta de Coordinación Política del Congreso del Estado de Sinaloa.

En el Salón Constituyentes de 1917 del Poder Legislativo local, en el marco de la novena edición de los Diálogos Nacionales por la Reforma Judicial capítulo Sinaloa, y con la presencia de los tres Poderes del Estado, el legislador Feliciano Castro asentó que su posición es a favor de la reforma al Poder Judicial. “Que los juzgadores sean electos por el pueblo”, subrayó.

Afirmó que la reforma al Poder Judicial es trascender la indiferencia, la lejanía, la actitud inhumana y la frialdad que habita en los despachos donde se redactan las sentencias. “La justicia no puede ser aislada ni ajena al pueblo”, consideró.

Expuso que México será el primero en el mundo en hacer una reforma al Poder Judicial en la dimensión que se busca. “Ya fuimos los primeros en consagrar los derechos sociales en la Constitución de 1917”, recordó.

“Es una reforma de profundo calado que va a caminar”, dijo parafraseando a Celia Moya García, Consejera de la Judicatura Federal en un mensaje pronunciado en Saltillo.

Señaló que el pueblo demanda la reforma al Poder Judicial. “La gente no está contenta con la justicia y la gente tiene razón”, dijo.

Recordó que el debate por la democratización de la justicia en México viene desde mediados del siglo XIX y citó al profesor José María del Castillo Velasco, que fue constituyente de 1857, en su obra “Apuntamientos para el estudio del derecho constitucional mexicano”, donde señala textualmente:

“Mientras el Poder Judicial se considere como ramo de la administración pública, bien podría confiarse el nombramiento de los jueces al Ejecutivo, ya por sí solo, ya con intervención del Legislativo; pero desde el instante en que el ejercicio de las funciones judiciales se ha considerado como un verdadero poder público; desde el momento en que a ese Poder se ha confiado la inviolabilidad de la Constitución, y el examen y el juicio de las leyes mismas con relación a la ley suprema, no puede confiarse la elección de los jueces sino al pueblo”.

“No se trata –agregó- solo de un tema de jurisconsultos, va mucho más allá: es un tema de humanización y democratización de la procuración y la impartición de la justicia, si alguien sabe de la gran deuda del Poder Judicial es el propio pueblo”.

El diputado Feliciano Castro Meléndrez sostuvo que casos sobre esa añeja deuda de justicia al pueblo de México hay muchos al citar algunos ejemplos:

“A miles de maestros el Poder Judicial les ha negado sus derechos, otro ejemplo: en el Tribunal Colegiado con sede en Mazatlán existen más de 600 expedientes de trabajadores que tienen entre cinco, quince y hasta veinte años en la necesidad de ir de recursos en recursos y su reclamos no han sido atendidos, no han tenido acceso a la justicia”, lamentó.

Luego cuestionó: “¿Dónde estaba la justicia para más de 40 mil trabajadores cuando se extinguió Luz y Fuerza del Centro? Preguntémonos también ¿cuántas mujeres lloran las injusticias archivadas en una carpeta de investigación o en las injusticias dictadas en la frialdad de muchos juzgados?”.

Sostuvo que estos casos citados muestran la realidad concreta y son razones irrefutables del pueblo para la reforma al sistema jurídico en México.

“El pueblo lo murmura, lo dice o lo denuncia y lo pelea, son voces de boca en boca que poco a poco se suman y mucho a mucho saben crecer en coyuntura, es el caso de ahora con la reforma al Poder Judicial”, asentó.

“Los juzgadores no deben darse baños de pueblo: deben ser gente comprometida con el pueblo, al nombrarlos uno de sus perfiles habrá de ser la sensibilidad social, los juzgadores deben saber el significado de la calle, por lo tanto deben tener un sentido de pertenencia al pueblo”, recalcó.

Advirtió que la Constitución y los derechos humanos deben estar al mando porque el fin reformador es uno solo: todos los derechos, para todas las personas.

“La cuarta transformación de la República habrá de afirmarse con la democratización de la justicia, la historia nos convoca”, concluyó.

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